Este artículo aborda los principales aspectos relacionados con la única obra para piano y orquesta de Ricardo Castro, que a su vez constituye el primer concierto para piano escrito por un compositor mexicano. Además de su significación histórica, la obra tiene un valor musical inmanente por su refinado pianismo y estilo que responden al canon europeo finisecular. Una vez reseñada la trayectoria vital de su autor, se relata el proceso compositivo de la obra, su estreno y su recepción. El grueso del trabajo es un análisis musical realizado a profundidad que no se centra únicamente en aspectos formales, sino que contempla otros elementos propios del lenguaje pianístico. Finalmente se plantean algunas reflexiones en torno a estos repertorios: su ponderación a la luz de la ideología del siglo XX y la posición que ocupan en la historia de la música mexicana.