En julio del 2013, un grupo de científicos de la Universidad de Massachusetts publicó en la prestigiosa revista Nature losresultados de una investigación en la que afirmaban haber descubierto un gen capaz de corregir la trisomía que provoca el síndrome de Down. La noticia fue reproducida en medios de todo el mundo y aplaudida como un avance definitivo hacia la supresión de esta condición. El encomio generalizado que mereció este descubrimiento es un indicador de hasta qué punto el síndrome de Down, y las deficiencias en general, siguen estando definidas en el discurso público fundamentalmente como hechos naturales y biológicos que necesitan ser erradicados y no como construcciones sociales sujetas a relaciones de dominación. Al contrario de otras subjetividades subalternas, el discapacitado continúa siendo en la actualidad una identidad poco problematizada en tanto figura de desviación. En este artículo me propongo una lectura de la discapacidad justamente como hecho principalmente político, producido en las intersecciones de diversos discursos de poder. En particular, me centraré en cómo es construida como otredad en relación con la idea del cuerpo “normal”, útil y dócil—conceptualizado entre otros por Michel Foucault—tomando como estudio de caso la banda de música experimental argentina Reynols.