El año 1985 no sólo marca el comienzo de la carrera musical de la banda de rock mexicana Maldita Vecindad y Los Hijos del Quinto Patio, sino también el año del terremoto que destruye gran parte de la Ciudad de México. Como resultado de la falta de atención del gobierno hacia las víctimas y destrucción después del terremoto, el pueblo mexicano se une para reconstruir la ciudad, y consecuentemente redefine el término sociedad civil. En este estudio demuestro como Maldita Vecindad participa en esta redefinición colectiva de la sociedad civil a través de su contribución en la movilización después del terremoto, y de su identificación con los varios espacios y personajes marginados que representan en sus canciones. Siguiendo el legado de la nueva canción latinoamericana, o la canción de protesta, la música de Maldita Vecindad como arte crítico abre una pluralidad de espacios discursivos para exponer la gran pobreza en la Ciudad de México, y transmitir un sentimiento de inconformidad con el status quo desde la cultura popular. Analizo sus canciones como crónicas musicalizadas sobre la realidad urbana y demuestro que a través de las metáforas de transitividad y ritmos, de Ash Amin y Nigel Thrift, al igual que el humor y la ironía como estrategias de confrontación, Maldita Vecindad percibe la ciudad de manera similar a la de Carlos Monsiváis en Los rituales del caos: fragmentada, descentralizada y coherente solamente en medio del caos.