A partir del análisis de tres operativos urbanos de la guerrilla colombiana M-19 (1970-1990) y de su correlativa producción textual y fotográfica (comunicados, esténciles y fotografías), este trabajo quiere explorar la violencia revolucionaria y contrarrevolucionaria como un campo de batalla cartográfico donde se alisan y se estrían espacios a través de acciones militares que amenazan la sedentarización de la geografía citadina en el marco de la guerra de guerrillas en la urbe. Este ensayo propone ver la violencia de la guerrilla urbana como una táctica de ilegibilidad de espacios que osa arrebatarle el monopolio cartográfico al Estado; pero también como una máquina de subjetivación desde donde, tanto los guerrilleros y sus contrapartes, además de las víctimas, adquieren nuevas identidades de manera momentánea. Frente a estas acciones violentas que interrumpen el flujograma citadino y las nociones estáticas de ciudadano, el Estado responde, o bien con la negociación, a partir de la cual estría nuevamente el espacio recuperando la soberanía, o bien borrándolo a través de una reacción tan violenta como la que desocupó de contenido la geografía urbana el 6 y 7 de noviembre de 1985, en el llamado Holocausto del Palacio de Justicia. Debido a esto, los espacios de indistinción identitaria – que llamo umbrales monstruosos – abren los lugares tomados por la guerrilla para resistencias políticas pero también para horrores tales que anulan la subjetivación y abren las puertas a la masacre.